3 maneras de escapar de la mujer perfecta

Benditas las horas de ayuno que me nublan la mente lo suficiente como para escribirte sin miedo al que dirás, sin miedo a que me juzgues. Quizás lo has intentado alguna vez, y si no, te lo recomiendo, para mí es una experiencia nueva y emocionante. Se trata de intentar escribir unos minutos, sin siquiera tomar café o cepillarte los dientes, y también sin pensar en lo que estás escribiendo.

Esa frase que te he puesto en cursiva al inicio de todo, la he escrito durante esta práctica, en modo automático, en medio de otras tantas que no tienen sentido y no son bonitas, pero esta me pareció rescatable. Y la verdad es que, así vamos, sacando con pinzas, puliendo, presentando la mejor cara, que no se sepa, que no se escuche. Yo la primera culpable, en desgastarme intentando aparentar un status quo y una agraciada tranquilidad y por qué no, una ‘perfección’ que nunca ha existido ni existirá.

Por eso, cuando me pongo a observar mi galería de fotos en el móvil y también las que publico, llega a asombrarme que, desde hace muchos años, un alto porcentaje de lo me atrae fotografiar suele estar alejado de lo tradicionalmente bonito, y te diría en algunos casos, es hasta un poco decadente.

Los tres motivos

Hay un motivo por el cual me gusta lo decadente, que es por lo que en mi perfil siempre habrá papel arrugado, manchas, pintura escarapelada (me encanta esta palabra, aunque no la encontré en la RAE) de las paredes, lo vintage o directamente, lo viejo. Y ese motivo es que me aporta equilibrio, me enseña, me recuerda que hay capas de pintura detrás que no se ven, pero están y que son las otras que fui o mis fragmentos menos visibles y que sólo los que se queden a mirar por un rato largo, sabrán que están allí.

Hay un motivo por el cual Prosa Ojerosa es el nombre de este emprendimiento. Más allá de que mi pareja insistiese que tenía que haber algo de mí misma en el nombre, aunque yo me negase a “protagonizar” (¡oh no! la palabra prohibida) y que, tras no querer escucharle, hiciese una encuesta de Instagram en mi cuenta personal solo para corroborar que él tenía razón y que es el nombre que más gustaba.

Y ese motivo es que, tenía que haber una falla, un desperfecto, algo que venir a reivindicar como mío, como nuestro y que está bien solo porque así soy, muy defectuosa, a mi pesar o para mi alivio, porque no concibo mi cara sin ojeras y aun cuando uso corrector por las mañanas, me enfado si alguien decide ‘photoshopearlas’ o usar el efecto “belleza”. Son mis contradicciones y ojalá algún día sea tan defensora de mis kilos demás, arrugas y futuras canas , como soy hoy de mis ojeras.

Porque no soy mi cuerpo, él me habilita, y están todos esos proyectos fuera de él que quiero llevar a cabo.

Hay un motivo por el cual no confío en las personas que nunca dan me gusta a otros en las redes sociales, y quien hizo que lo entendiera fue Claudia Donoso de @mentesenforma. Ese motivo es que, quienes no son capaces de expresar ni con un click que aprecian un texto o una foto es porque se encuentran en una mentalidad de carencia. Por el contrario, quienes no sólo dan ‘me gustas’ sino que proveen de comentarios, críticas a puerta cerrada y comparten el trabajo de quien les inspira, son quienes terminan siendo fuentes de inspiración. Son abundantes y dan, porque les sobra. Les sobra aprecio en forma de palabras, de palmaditas en el hombro o de ‘clicks’ y saben, que por el solo hecho de manifestarlo, no se acaba.

¿Cómo es que logramos crear una competencia con alguien que ni siquiera conocemos? No lo sé, lo que sí sé es que somos los mejores cinematógrafos para menoscabarnos, ya que las peores películas de terror de las que somos capaces, nos la pasamos sin cesar por la cabeza.

Así que no, huye.

Los tres escapes

Huye de sentirte menos que amado, huye de sentirte solo estando en pareja, huye de menospreciarte por cualquier motivo. Me refiero al siguiente diálogo mental:

“Cuando la veía cepillarse el pelo o agacharse a recoger un libro del suelo, recordaba su belleza como el pasaje aprendido de memoria en un manual. Verdadero, pero sin importancia inmediata. Y podía imaginarme a mí mismo bajo su mirada como corpulento y tosco, una cachiporra biológicamente motivada, un gigantesco pólipo de mediocre lógica con el que ella se había relacionado por error.»

Ian McEwan – Amor perdurable

«Amor perdurable» es en apariencia una novela inofensiva sobre la vida conyugal, que te da de sartenazos como Tom a Jerry.

En serio, por el contrario, celébrate, aunque suene a comercial de compresas. Piensa en ti con bondad, aliméntate de las palabras que te den energía. Desde que leí este párrafo, ésta para mí es una de ellas:

“Reconozco que recuperar el término solterona es una tarea monumental. Mi objetivo es más modesto: ofrecerlo como palabra clave para designar el hecho de aferrarte a esa parte de ti que es independiente y autosuficiente, estés soltera o en pareja.

Si estás soltera, ya sea por no haberte casado nunca, por haberte divorciado o por haber enviudado, puedes llevar la palabra solterona como un talismán, un recordatorio constante de que estás en muy buena compañía; de hecho, formas parte de una larga y noble tradición de mujeres, pasadas y presentes, que vivieron o viven a su manera.”

Kate Bolick – Solterona

«Solterona» es uno de los libros más bellos que tengo y de los que más he aprendido. Un tesoro con páginas negras editado por malpaso. Seamos solteronas siempre y seamos amigas, de las de verdad, ya que estamos. Roxane Gay nos da los mandamientos:

“1. Abandona el mito cultural de que todas las amistades entre mujeres tienen que ser maliciosas, tóxicas o competitivas. Este mito es como los tacones y los bolsos: bonitos pero creados para PARAR a las mujeres”

Roxane Gay – Mala Feminista

Escapa y que nada te detenga, especialmente de todo eso que te dices constantemente que aún no eres. Y de los tacones también, si te duelen los pies.

Entonces, ¿cómo vas a escapar? dímelo abajo.

PROSA OJEROSA

PD1: Si sientes que necesitas ayuda para volver a centrarte en lo memorable, te dejé 8 preguntas que te ayudarán.

PD2: Dudo que no la vieras ya, porque es más vieja que el hambre. Pero aquí te dejo la conferencia TED de Roxane Gay, simplemente porque me encantó volverla a ver.

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