Una ruptura y tres antónimos

Cielo de atardecer
Mi abuela materna era una mujer pequeña y cándida. Cuando el presentador del noticiero decía “Buenas noches”, ella lo saludaba con un “Buenas noches, hijo”

Leila Guerriero, «Teoría de la gravedad»

 

Entrañable. Como mínimo enternecedora, esa frase. Y me ha hecho pensar en la relevancia de parecernos a una mujer como ella, no tanto por su candidez sino por su implicación.

En un año en el que hemos tenido “el lujo” de ser hiperconscientes de su longitud y otras muchas veces, nos hemos sentido obnubiladxs por esta misma duración, me parece oler en el aire un aroma inesperada, una que, por definición de todas las aromas, nunca ves venir. Me refiero al aroma de la apatía.

Dime por favor si en algún momento de este trimestre, has sentido que te invadía o si son imaginaciones mías y que en consecuencia solo estoy, como hace cualquier ciudadana de a pie, extrapolando mis propias emociones. Tal parece que mientras más acontecimientos ocurrían, por un momento o por varios, nos sentimos, (me sentí pues) entumecida e insensible e incapaz de hacer algo más que responder autómata a las responsabilidades, a la programación habitual por la que me pagan.

Entonces, recurriendo a las palabras me di cuenta de algo atroz. Sin precedentes. La lengua nos falla para combatir este mal de mundo. Solo hay tres antónimos, obsérvalo tú mismx:

Quiere decir que ante tal desprotección y en una batalla donde los sinónimos nos ganan en número, espero logres sentirte aunque sea la mitad de días, como parte del bando ganador solo por seguir de pie.

Sin querer queriendo, me pasó algo que no planifiqué. Probar algo nuevo. Que es algo que nadie te advierte y que tendrás que buscar hacer por tu propia cuenta una vez creces; lo nuevo se vuelve escaso, escurridizo y a ratos atemorizante, por mucho que cueste admitirlo.

Esto nuevo que he probado quizá sea una opinión poco popular, pero es una que estoy dispuesta a sostener, aquí va: a pesar de que por años y años he sido usuaria premium de Spotify, siento que nunca llegó a conocerme lo suficiente y si necesitamos que algo funcione en esta vida es el algoritmo de nuestros proveedores de música, amén.

Hemos roto.

Así que probé Deezer, que es una app o ‘apepé’, como dirían algunxs contemporánexs

…para escuchar música.

Resumiendo, Deezer ha sabido quién soy con muchos menos me gustas y listas de mi autoría, con mi indiferencia y escepticismo, sin mi dinero periódico, me recomendó canciones que le hablaron a mi yo más estresado, impasible y desalentado. Esta fue una de ellas. No hace falta saber portugués para entender cuando algo se siente bien. Mi parte favorita es cuando dice:

Quem canta seus males espanta
Lá em cima do morro ou sambando no asfalto
Eu canto o samba-enredo
Um sambinha lento e um partido alto

Así es como muy poco a poco, tirando de los libros antes de dormir, de playlists ensambladas por extrañxs y recomendadas por los infames algoritmos, así como del poco placer que pude recabar cuando no podía recordar más definiciones que me ampararan, fui recobrando el ánimo, que inestable y en un hilo, te presento aquí.

¿Cómo te ha ido a ti?

Prosa Ojerosa

 

PD: En el mismo día que yo preparaba esta entrada, una escritora estadounidense que se llama Haley Nahman, escribía esto:

 

Es casi como … ¿Sabes cuando estás sentada en silencio en tu casa y tu refrigerador, sin tocarlo, de repente zumba, y en ese momento te das cuenta de su presencia? ¿No de manera disruptiva o imponente, solo en el sentido de que está ahí, vivo y haciendo lo que fue creado para hacer? Así es como me siento cuando escribo. Como una pequeña nevera de confianza, no diferente fundamentalmente de cuando estaba en silencio, pero de alguna manera más allí. Me gusta ser el frigorífico, normalmente. Solo desearía dejar que todo se derrita de vez en cuando. Quizás para eso está el verano.

Lo anterior me pareció extremadamente bonito y sentí la imperante necesidad de decirte que así estés en la etapa de ser la nevera o dejar todo derretir, estás bien, porque ser nevera justo ahora no quiere decir que no derretirás en algún momento y estar derritiendo en este momento, no es señal de que no congelarás de nuevo. Lo afirmo como si supiera y por mi misma necesidad de escucharlo.

(Puedes compartir esta entrada usando alguno de los botones que tienes aquí):

Mis favoritos del 2020

Aquí lo tienes, un recuento informal de mis 12 libros favoritos del año que hoy cerramos.

Ahora, quizá te preguntas: ¿son estos los libros de la suscripción de Prosa Ojerosa? y la respuesta sería no. ¿Por qué? Porque en la suscripción me centro en editoriales españolas para apoyarlas, porque para mí, personalmente, sigo intentando elegir algunos libros en inglés ya que es de las pocas maneras que puedo mantener fresco el idioma, y por último, porque quise incluir en el conteo, los libros de no-ficción que no son parte de la suscripción y que igualmente fueron top, en mi opinión.

Además, ya sabes que, en la suscripción no escojo solo un libro mensual, sino que es completa y absolutamente una selección personal hacia cada destinatarix.

Pero bueno, sin más dilación, ni más indecisión ¡estos son! No están organizados por orden de preferencia, solo por orden de lectura de enero a diciembre, comenzando por arriba de izquierda a derecha. Ojalá te sirvan de inspiración para el 2021:

 

Enero: Belén Gopegui – Ella pisó la luna

librito pequeñito-discurso-manifiesto sobre la invisibilidad de las mujeres

Febrero: James Clear – Atomic Habits

me encantó aprender más sobre hábitos de la mano de este autor

Marzo: Han Kang – Blanco

por favor compremos más libros de la editorial rata books, ¡lo hacen tan bien!

Abril: Jenny Odell – How to do nothing

no digo nada más acerca de él porque he sido muy pesada ya durante el año

Mayo: Mariana Enriquez – Las cosas que perdimos en el fuego

Sobrecogedor. Mariana es una maestraza, tuve que cortar otros libros de ella en esta selección y me dolió mucho.

Junio: Joanna Moorhead – The surreal life of Leonora Carrington

si te gustan las biografías, creo que esta es una fantasía y también “La hermana menor” de Mariana Enriquez, vale, ya me siento mejor

Julio: Glennon Doyle – Untamed

no es para todo el mundo, soy consciente, pero yo lo encontré muy necesario sobre todo para personas criadoras de otras personas en este mundo, de todas formas… ¿qué libro es para todo el mundo?

Agosto: Ocean Vuong – En la tierra somos fugazmente grandiosos

amé haber descubierto a este autor este año, ahora quiero más, mucho más.

Septiembre: Ursula K. Le Guin – Contar es escuchar

otra autora de la que no había leído nada antes y soy muy feliz por haberlo hecho. Si escribes, estos ensayos son muy valiosos.

Octubre: Patti Smith – M train

delicioso, te lo recomendaría si te defines como 1. amante de Nueva York, 2. coleccionista, o 3. melancólicx de lxs buenxs.

Noviembre: Nell Leyshon – Del color de la leche

completamente desgarrador, fascinantemente escrito, necesario, bello, horrible, todos los sentimientos.

Diciembre: Cuentistas latinoamericanas – Vindictas

no lo he terminado todavía pero tenía que entrar, ¿sabes la felicidad que es adentrarme en todos estos cuentos y todas estas autoras desconocidísimas? Glorioso.

 

¿Cuál de estos has leído y también entraría en tu lista? ¿Qué me dices? ¿Hacemos de esto una tradición?

 

Influencers de sombrero y otras prácticas heterodoxas

Mientras nos preparamos para cerrar el año, quisiera proponerte que en vez de hablar de cómo haremos balance (que es una palabra que me suena casi violenta en 2020), tomemos un enfoque distinto al asunto entre manos el cual sería, en este caso, arrancar la última hoja del calendario.

Mi propuesta tiene poco que ver con una reflexión o cuantificación de logros alcanzados, no porque no crea en las ciencias exactas, al contrario, sino porque, quizás como yo, estás presentando alergia a la tantísima realidad que nos rodea. Lo llamaremos “un sabio ejercicio de evasión”.

1. Identificación de las reglas no escritas, no habladas

Por ejemplo, hace poco me di cuenta de que me autoimpongo una durísima e inflexible regla; no sigo en Instagram a ninguna influencer de sombrero.

Dice la voz en off: influencer de sombrero hace referencia al prototipo de influencer de estilo de vida que posee un sombrero negro de alerón grande, quien se ha prometido recientemente en las Maldivas, que se toma fotos de espalda en todo lugar paradisíaco a donde llega, cuya casa nunca es un piso bajo sombrío, pero al contrario un lugar diáfano que cuenta de luz solar hasta de noche y que te imaginas siempre ubicado en California, independientemente de su nacionalidad. Es quien siempre que bebe un café, ha de esparcir virutas de un donut colorido que no puede comerse y cuyas fotos te hacen preguntarte si su pareja o mejor dicho amante fotógrafx no estará hartx de ella o él.

No hace falta adjuntar imagen ilustrativa porque sé que puedes imaginar tu propia versión de esto, pero en todo caso, mi intención tras la idea de identificar esta regla tan mía es hipotetizar qué dice ésta sobre mí:

Dice tal vez que quiero seguirme preguntando y encontrando otras maneras de belleza, trabajar en definirla bajo mis propios términos sin tanta «influencia» externa ¿sabes tú por qué sigues a quien sigues? ¿lo que consumes de ellxs te hace sentir bien?

Porque estoy casi segura de que intentas cuidarte de comidas y hábitos que tienden al exceso, pero ¿te cuidas también de los mensajes poco saludables que ingieres a diario?

¿Cuál es tu regla y qué dice de ti? Si no puedes pensar en alguna, te hago invitación abierta a que la crees de cara al próximo año.

2. Aprovechamiento de los talentos naturales

Durante toda mi vida he sido arduamente juzgada por mi manera inusual de dormir. Los comerciales de colchones no me han ayudado de ninguna forma y entonces me pregunto si existe además de mí, alguien en el mundo que duerma boca arriba, a modo de descanso eterno y con las piernas en forma de número 4, una doblada y otra extendida.

Entiendo que, a primeras, esto parezca un talento un poco prescindible, por utilizar una palabra amable, pero no fue hasta que tuvimos a Soja (mi gata) en casa, que me he dado cuenta de mi gran potencial, el cual siempre ha estado allí, que es servirle de cama humana.

Todo esto viene a decir un poco en broma y bastante en serio, que tú eres tu mejor críticx y que tal vez, no hayas considerado que, sirves para mucho más de lo que piensas. Cada vez que lo dudes, ojalá sí recuerdes que existe una publicación de Prosa donde puedes venir a refrescarlo.

Algo sobre lo que ilusionarte en el futuro: encontrar tu talento natural escondido.

3. Evolución y revolución

Si me lees desde hace un tiempo, sabrás ya que soy la primera en caer en la trampa de la machaca mental, la autoexigencia y demás. Sabrás ya también que, vivir con un aparato en la mano con acceso a la caja de espejos, no lo hace más fácil.

Por lo que, si quiero llevarme algo conmigo al 2021, como matemáticamente “te llevarías uno” al hacer una división, es que: el descanso es revolución.

Así como intento tomarme en serio todas mis responsabilidades, asumo una más: la de proteger mi entusiasmo y proveerme de mi propia alegría, así sea, abro comillas perdiendo el tiempo, cierro comillas.

Como diría Carmen Martín Gaite:

“Aquí no me encuentran” eso era lo primero que pensaba, y me instalaba allí a alimentar fantasías; los objetos en libertad parecen fetiches, los muebles son copas de árboles, estoy perdida en el bosque, entre tesoros que solo yo descubro, algo me va a pasar, todo consiste en esperar sin angustia, en dejarse a la deriva, hemos perdido el gusto por jugar y, en el fondo, es tan fácil, me voy a poner más cómoda.

El cuarto de atrás

Me voy a poner más cómoda.

Prosa Ojerosa

PD: Ninguna persona con sombrero sufrió daños durante la realización de esta publicación.

Las malas mañas

Mala maña #1

¿Sabes qué es raro? Que un libro muy lento me guste mucho. Porque cuando hablo de ‘muy lento’, en este caso, me refiero a un caracol atravesando una cancha olímpica techada de extremo a extremo, o bordar a mano un vestido de cuerpo entero con lentejuelas intercalando una negra y una azul.

Pero todavía más raro es que un libro en el que no subrayé nada, me gustase mucho. Porque generalmente, según me lo indica el hemisferio izquierdo de mi cerebro —¿ese es el de la lógica? — debo quedarme con evidencias físicas que sustenten que ha valido la pena pasar mi tiempo en esa historia. Madness.

Lo de subrayar es un decir porque un 80% de los libros que leo son de la biblioteca, con lo cual, me siento una verdadera capitalista cuando estoy subrayando a gusto un libro de mi propiedad privada. Es una broma, por favor, no quiero herir sensibilidades.

Afinco el bolígrafo, que mejor sea de un color vibrante y no me conformo con hacer una línea al costado del párrafo —no, no— paso por cada palabra, cada línea, hasta llegar al punto. Pero eso es en caso de… en el caso que nos atañe hoy, no tengo citas para demostrar que lo que he leído me ha gustado tanto como digo que me ha gustado. Y el objeto de mi confusión se titula “Milkman”.

Mala maña #2

Decía que “Milkman” es una novela en toda regla que, quizá ya has leído porque fue publicada en 2018 y ganó un par de premios importantes cuyos nombres se me parecen mucho entre sí. Anna Burns escribe sobre una ciudad anónima en medio de lo que se va intuyendo que es “the Troubles” de los años 70, de lo cual yo solo conocía el nombre y si no es por mis búsquedas obsesivas en Google al terminar la novela, no sabría mucho más.

Buscar obsesivamente en Google tras terminar lo que sea, es un nuevo lenguaje de amor, por si no lo sabías.

Mala maña #3

Lo que más me sorprendió de esta novela es que, para empezar, leí la sinopsis completa, cosa que nunca hago o, mejor dicho, “leo en diagonal” y aunque esta vez no fue así, no me reveló lo suficiente, que es ya un puntazo. Entonces, al adentrarme en ella, descubrí que la protagonista es “hermana mediana”, así, sin nombre, y los personajes secundarios son “el medio novio”, “el tercer cuñado”, etc. Tú entiendes la idea, no se nombra a nadie en 350 páginas y, aun así, terminas con Irlandadelnorteconflictos en la punta de los de los dedos a la una de la mañana de un martes, bien cansada.

Es absolutamente genial cómo la autora juega con el no nombrar para ambientar el misterio propio de un tiempo de represión donde ninguna persona puede darse el lujo de confiar en nadie y cualquier paso en falso, puede costarle la vida, sin que esta última sea una frase dramática o en un sentido figurado.

Mala maña #4

Me castigo mentalmente cuando un libro me está pareciendo lento y lo estoy disfrutando, pero me está pareciendo lento y no lo estoy disfrutando por lento.

esta niña ya es mínimo universitaria

Lo hago, me castigo, porque sé que es la maquinaria del más, más, más lo que está detrás.

¿Cuántas veces queremos terminar de leer un libro para que cuente en nuestro listado de leídos del año y cuántas queremos leerlo para disfrutar de leerlo?

Leerlo…

lo…

lo…

Mala maña #5

Relacionada con la anterior, no suelo escribir reseñas porque alimentarían la maquinaria del más, más, más y sus habitantes, pequeños duendes mandones con voces que solo oigo yo. A estos últimos los conozco bien, pretenden sitiarme y que haga lo que me ordenan.

Intentaré explicarme mejor; mientras queramos seguir leyendo más y sobre todo a mayor velocidad, para poder publicar sobre ello en redes sociales, el enfoque sigue siendo el mismo: los demás y no nuestro disfrute del verbo leer.

Como en 2018, cuando se publicó este libro, Prosa Ojerosa no existía y yo no seguía tantas cuentas sobre libros en Instagram, desconozco si en su momento hubo o no hubo hype. Tiene su encanto vivir la emoción de algo a destiempo y sin saber si otrxs lo consideraron digno de dicha excitación.

Mala maña #6

Mi propio hype es suficiente hype.

________________________________________________________________

Para finalizar esto que sigue sin ser una reseña, decirte que me vuelven loca, en el mejor de los sentidos, los conflictos históricos, sobre todo bélicos, narrados desde la perspectiva de las mujeres y más, si como el de Burns se trata de una mujer de 18 años hablando en círculos, representando su normalidad de manera tan cruda, porque son pequeñas joyas no tan fáciles de encontrar. Y es una de las razones por las que empecé esta suscripción.

“No era evidente que estuviera infringiendo nada, así que tal vez yo hubiera vuelto a equivocarme y él no infringiese nada. Sin embargo, mientras me hablaba, a pesar de mi confusión, supe que jamás debía subirme a uno de sus coches y que esa era una conclusión crucial (…) Mientras tanto, seguía ahí plantada, en el territorio de las cosas fingidas y las cosas sin enunciar de forma clara, y en esa zona por donde las personas no solo debían apresurarse, sino que deberían plantearse no pisar jamás. No obstante, allí estaba yo, en esa zona. Y él también estaba allí, y para entonces estaba tan nerviosa que había alcanzado ese estado de agitación emocional que casi podía causar fracturas psíquicas y en el que de pronto yo podía soltar un <<¡No!>> o <<¡Vete a tomar por el culo!>> o echarme a gritar o vete a saber qué. Pero lo que sucedió fue que aparecieron más hombres.”

Anna Burns

¿Tu también tienes “malas mañas”de leer?  y por último, ¿de verdad te pensabas que no iba a darte ninguna cita?

Prosa Ojerosa

El largo plazo y la brujería

Si se trataba de un viaje corto yo no deshacía la maleta. Apenas sacaba los zapatos y el neceser, esa es la verdad, me quedaba rebuscando en el bolso mientras durase la estadía: tales calcetines con cuales pantalones -¿y el cinturón?- escudriñando, desordenando, como regodeándome en lo fugaz.

No fue hasta que empecé a viajar con mi pareja que pensé en la otra posibilidad, viendo lo que para él era lo más natural; desempacar apenas entras a la habitación, colgar camisas, llenar los cajones y si te mueves suficientemente rápido, acaparar tú primero la mayoría de las perchas.

Pero creo que no acostumbro a moverme demasiado rápido y menos cuando algo parece pasajero, lo cual es irónico siendo ese el nombre que se nos da al abordar un avión, no nos engañemos, todxs sabemos a lo que vamos.

En retrospectiva, reflexiono sobre este punto y concluyo que el largo plazo siempre me ha reconfortado, lo cual no sé si es bueno o es malo. 

El largo plazo me reconforta para: 

  • Llegar a la vejez con licencia para ser, a la velocidad deseada, con las tetas caídas y menos pelos en la lengua.
  • Tener una amiga cuyxs hijxs se sientan como lxs tuyxs propixs de tanto verlxs crecer.
  • No perderme de las nuevas formas de ser mujer que me enseñarán mis sobrinas, al ir creando sus propias vidas.
  • Hacer hogar con la suma de todo lo que me provea el corto plazo.

Esas, solo por nombrar algunas, y aquí se viene la confesión: durante esta pandemia sin duración definida, lo he vuelto a hacer, no he deshecho la maleta. Miro con asombro a quienes se han mudado, han encontrado nuevos trabajos, creado nuevos proyectos, han tomado grandes decisiones y tengo que despertar repentinamente a la idea de que, es de todas formas perecedero, sea largo o corto el plazo, es limitado.

Nadie tendría que recordar a la madre pájaro de la importancia del traslado de todas las ramas en preparación para el nido, por temporal que sea su función. Sin embargo, si como yo, necesitabas una señal, la falsa certeza de una cantidad determinada de días para actuar, aquí estoy, para acompañarte y darte todo el permiso de ubicar tu ropa interior en una habitación quizá extraña, pero que es tan efímera como cualquier otra.

No basta con soportar la tristeza y el sufrimiento, tienes que amarlos, y respetar tus preguntas, tus dudas, esas que aparecen en la plenitud de la vida, cuando los deseos crecen y se esfuman. 

Catherine Meurisse ~ La levedad

“La levedad” es el testimonio gráfico de cómo Catherine Meurisse lidió con la pérdida tras la tragedia de Charlie Hebdo en 2015, el cual leí por primera vez la semana pasada y también hizo que pensara en lo relevante que es al menos intentar la transmutación, en este caso, de algo doloroso en algo bello y seguir insistiendo.

Así como me lo recuerda Ita, con su alquimia en la cocina y la transformación de la que es capaz con la luz del día, como la madre pájaro que mencioné antes, ella parece seguir creando imperturbable, (estate muy atentx a lo que trae). Me inspiran también, estos vídeos que ven millones de personas por la misma razón, o tal vez por otras diferentes, pero para mí, porque son evidencia de lo que somos capaces. 

Y finalmente, como estas señoras mexicanas (T.2 Ep. 2) preparando platos casi en el centro de la tierra, a punta de tradición, nos indican que a fuego lento, nada se quema.

Prosa Ojerosa

La suerte del color amarillo

Está bien. Me arrepiento de lo que dije hace unas semanas sobre “M train” de Patti Smith. Comencé a leerlo y aún sabiendo que, era un libro sobre nada e irónicamente, un tren a ninguna parte, no conectaba con lo narrado en lo absoluto.

Sin embargo, al ir avanzando y acostumbrándome a la idea de su propia lentitud, logré captar el romanticismo personificado en su adicción al café, y en su manera de vivir la vida que al menos a mí, sin haber leído ninguna de sus otras memorias, me resultó contradictoriamente improvisada pero a la vez llena de significado y con tendencias a los rituales, pero sobre todo, a la belleza.

“We want things we cannot have. We seek to reclaim a certain moment, sound, sensation. I want hear my mother’s voice. I want to see my children as children. Hands small, feet swift. Everything changes. Boy grown, father dead, daughter taller than me, weeping from a bad dream. Please stay forever, I say to the things I know. Don’t go. Don’t grow.”~ Patti Smith, M Train

Queremos cosas que no podemos tener. Buscamos recuperar un determinado momento, sonido, sensación. Quiero escuchar la voz de mi madre. Quiero ver a mis hijos como niños. Manos pequeñas, pies rápidos. Todo cambia. Niño mayor, padre muerto, hija más alta que yo, llorando por un mal sueño. Por favor, quedaos para siempre, le digo a las cosas que conozco. No os vayáis. No crezcáis. ~ Patti Smith, M Train

La comprendo tanto, especialmente en las últimas semanas en las que he escrito cartas a personas queridas sin intención de enviárselas y también, una oda a una lámpara de color amarillo que me ilumina todos los días. Amarillo, de los colores el más afortunado, como no lo vincularon a ningún sexo ni género, nadie le dice lo que tiene que ser, qué suerte la de él. Muy parecido a la letra e.

“Si quieres que te lo diga, siéntate, porque es largo de contar” y, al contarlas en voz alta salvaría del olvido todas las cosas que he estado recordando y sabe Dios cuántas más, es incalculable lo que puede ramificarse un relato cuando se descubre una luz de atención en otros ojos, él seguramente también tendría ganas de contarme cosas, se sentaría a mi lado, nos pondríamos a cambiar recuerdos como los niños se cambian cromos y la tarde caería sin sentir, saldría un cuento fresco e irregular, tejido de verdades y mentiras, como todos los cuentos”

Carmen Martín Gaite ~ El cuarto de atrás

Diseccionando este último párrafo te diría que, en principio, me parece ya de entrada desafiante admitir que me voy a tardar en contar la historia, porque muchas veces sin pretenderlo, me doy prisa al hablar ya que aprendí que irnos por las ramas es un rasgo odioso propio de la mujer.

Si pienso entonces en que, al contarlas en voz alta, salvaría a las cosas que conozco del olvido, me doy cuenta de que no callaría nunca. La paradoja está en el hecho de que, con frecuencia, mis sentimientos sobre esas mismas cosas sobrepasan la fuerza de mi voz como para siquiera seleccionar y pronunciar palabras en concreto, y por eso, supongo que escribo. 

(Pausa para pensar en todxs lxs que nos sentimos alguna vez o muy seguido, mucho menos interesantes y elocuentes de lo que pudiéramos ser comparadxs a la versión interior de nosotrxs mismxs)

Al menos, mientras intento no recurrir al auto-reproche por querer aburrirme una tarde y romper con el verbo ‘hacer’ por unas horas, me consuela saber que soy la luz de atención para otros ojos y me recuerdo, te recuerdo que, si quiero, si queremos, podemos ser el color amarillo.

El giro de la trama:

Busco reconciliación con la nostalgia que me producen los cambios, sobre todo los más pequeños, imperceptibles. Me digo que aunque pase un buen tiempo para que podamos abrazarnos con la misma tranquilidad de antes sin pensar en contagio, al menos el abrazo como recurso sigue existiendo.

No te rías, cosas igual de importantes están en la cuerda floja. Preguntaba hace no mucho qué pensabas sobre los sentimientos en extinción.

Al mismo tiempo, en cuanto a los cambios más grandes, aquí me ves señalando con mi dedo lo que no es tan minúsculo, que nos mantiene clasificadxs entre azul y rosa.

Todo el conocimiento acumulado de dietas, las calorías, las formas de bañador concreto para la forma de mi cuerpo, al que le asignaron de todas las frutas, la pera y, los artículos de “cómo retenerlo” de la revista que más adoraba y leí asiduamente desde los 11 años, por mencionar alguna de esas cosas.

Quizá es por esto por lo que queremos todavía contar calorías, para tener sensación de control ante los cambios, pero ni los carbohidratos se lo merecen, ni tú, que tienes toda la gama de colores para escoger, observar, comer y ser. Tal como un catálogo de alfombras.

Prosa Ojerosa

¿Por qué leer es cuidarse? el baobab y el no-lugar

Es vastamente conocido que, crecer en Latinoamérica te exime de aprender a conjugar con la persona vosotros, lo cual se considera dispensable completamente, así como el pretérito perfecto compuesto (cuyo nombre he tenido que buscar en Google) en el cual nunca hablamos pero que yo ya “he adoptado”, además de la conocidísima estandarización de la “s” para todas las pronunciaciones que la música latina ha puesto tan de moda.

Requiero de Rihanna para expresar mi cara cuando veo que ahora queda bonito hablar de ‘bellesa’:

Así te quería ver

O bien, si entiendes mis referencias de Friends: “The messers become the messies!!!”

No voy a entrar ni siquiera en el hecho de que muchas personas en España confundan lo último con ser analfabetas o tener peor ortografía, lo que sí venía a decir es que hay muchos otros ejemplos:

Recuerdo hojear “El Principito” a una edad bien temprana y pensar que qué palabra tan divertida es baobab, pero no tener ni idea de qué podía significar y, por último, intercambiar en mi cabeza los conceptos biblioteca por librería porque las bibliotecas eran, al menos de donde yo soy, como un lugar idílico, poco visitado, de algunas universidades. Hasta la fecha, me siento al mismo tiempo afortunada y extrañamente sospechosa de un delito al llevarme en una bolsa, libros que no son míos a casa.

“Nuestros pueblos y ciudades son lugares que cada vez nos quieren en ellos como consumidores, más que como personas. Lo que hace que sea más importante que valoremos esos espacios amenazados donde todavía se permite que seamos irrelevantes desde el punto de vista económico. Bosques, parques, museos y galerías, y bibliotecas públicas”.

~Matt Haig, «Apuntes de un planeta estresado»

Pero quizá el lugar más amenazado de todos es un no-lugar, es el espacio mental.

Cuando el CEO de Netflix afirma que su principal competidor no es ni Amazon, ni YouTube sino tus horas de sueño, sabes que es verdad.

Y no es hasta que leo esto que me reafirmo en la razón por la cual es importante para mí llevar adelante un proyecto donde la lectura es la principal herramienta de cuidado. Me da rabia, pero lo dijo de nuevo M. Haig mucho mejor:

“Para mí leer no fue nunca una actividad antisocial, sino profundamente social. Era la clase de socialización más profunda que existía. Una conexión íntima con la imaginación de otro ser humano”

Del capítulo del mismo libro que además tiene un título muy acertado: «la ficción es libertad»

Hemos cambiado la ficción y el uso de la imaginación, por el espionaje mutuo y consensuado.

Lo que sea que nos haya convencido de que existir como constantes observadorxs de la vida de otrxs, nos daría la misma satisfacción que vivir nuestra propia vida, es hora de volver a replanteárnoslo para equilibrarlo.

Lee eso otra vez.

Ahora te pregunto, ¿puede que los libros sean una manera de recuperar algo de espacio? El espacio que seguimos dejando que se moje, allí, a la intemperie, como si fuéramos del todo inocentes.

Espacio para descansar del ruido.

Para salvarnos del filtro de la comparación.

Para pausar las auto-imposiciones con el objetivo de ser más visibles cuando podemos ser tan invisibles como queramos sin dar explicación, porque tenemos esa opción.

Para, aunque sea por un momento en el día, disfrutar del lujo de un solo canal y un punto analógico.

Para volver a ser uso del tiempo que ya tenemos.

 ¿Lo ves posible? Y me dirás, sí, basta con apagar pantallas. Pero no subestimemos cuan habituadxs estamos a ellas ni cuanto tiempo ha pasado desde 2004.

 “Cualquier escrito puede levantar una nube de polvo, pero la buena escritura conduce a la alquimia, una metamorfosis en la cual se crea algo nuevo a partir de la destrucción. La noción de que esto es fácil -las fases por las cuales un escenario de vida real se convierte en una imagen en la mente y finalmente en palabras en una página- es un testimonio de la capacidad del autor de hacer que parezca sencillo”

¿Compartes conmigo un libro aquí abajo que haya generado esa alquimia para ti? Gracias, siempre.

Prosa Ojerosa

El limbo millennial y otros planes vacacionales

No merezco que me llamen millennial. Es decir, no me siento merecedora.

Se supone, según algunas definiciones, que estos son lxs que nacieron después de 1983 y si así fuese, yo lo sería, entonces tal vez me equivoco, pero quien se haya “enamorado” en una plaza o recuerde tener que “desocupar” el teléfono de casa para que otro pudiese llamar, creo que está marcadx quizá por demasiados eventos a la antigua para poderse llamar millennial a sí mismo.

Inclusive antes de esto

Sin embargo, la tecnología ha permeado bien en nuestras rutinas, inclusive a quienes, como yo, ya teníamos rutinas establecidas antes de que las redes sociales fueran adictivas.

Aún así, ahora que hasta adultxs mayores de 60 años pasan más tiempo jugando a Candy Crush en Facebook que leyendo el periódico, me digo: ya son pocos lxs afortunadxs que pueden, sin temor a equivocarse, asegurar que viven en el limbo millennial, a la deriva de los acontecimientos del hashtag, absolutamente maestrxs y señorxs de su tiempo libre.

He hablado antes sobre la inexistencia del tiempo muerto que ahora es solo “scrolling” y como hay veces que me quedo sola en una mesa en público, (¡en público!, pero ¿qué?, ala… ¿qué le pasa a esa chica mirando al vacío? -dicen, en mi cabeza) y tengo que hacer un esfuerzo consciente para no buscar la distracción en mi teléfono. Sé que no estoy sola en esto.

Sé también que es algo muy pre-milenial, este experimento de no mirar tu móvil cuando te quedas solx antes de pedir las bebidas. ¿Por qué exponerse a la propia psique de manera tan violenta?

Pero me voy por la tangente; en mi modesta muestra, (de Instagram irónicamente) pregunté cuántxs sentían que quisieran leer más seguido y un 65% de las personas respondió afirmativamente, de las cuales un 70% culpa a las distracciones del móvil y redes sociales de no hacerlo más seguido, mientras que otro 70% de la muestra reconocía sentir algún nivel de preocupación por cómo reparte actualmente su tiempo de ocio.

Todo lo que necesito para convertirme en la mujer que estoy destinada a ser a continuación, está dentro de mis sentimientos acerca del ahora ~Susie Moore

Tal vez haya mucho material y potencial de cambio en esos sentimientos del ahora, como para perdérnoslo del todo. Te lo digo a ti mientras me lo tengo que recordar a mí misma. Bien adentradx en el milenio, este limbo es un lujo y estoy un poco obsesionada con entrar en el mercado inmobiliario de este complejo vacacional. Quiero entrar a vivir.

Unas vacaciones que consistan en el nivel de ruido justo, el que de verdad dejemos pasar y disfrutemos. No aquel que, de manera automática, me tenga atenta a las notificaciones cada 7 minutos o pensando por qué se me han ido otros 20 mirando un vídeo que ni siquiera recuerdo empezar a ver.

Tampoco aquel que invite las historias ajenas a mi cuarto antes de que me quite las lagañas, y lo sé, es muy de señora mayor empezarse a preocupar por estas cosas. Lo interesante es que no sé cuál es el siguiente nivel de “señoritud” que voy a desbloquear.

Lo que sí me preocupa es que cuantifiquemos la valía por números de seguidores y en base a eso, ponderemos si contestar o no un mensaje privado, que nos sintamos menos como «marca personal» porque no producimos tanto ni a la misma velocidad, cuando lo que cabría repensar es que habíamos venido a la fiesta a ser primero personas y solo cuando todo se tornó congreso con sesiones de networking, nos hemos pasado a marcas, pero en principio queríamos solo ser personas.

Sí, “las redes” son fantásticas por la visibilidad exponencial que nunca alcanzarías de lo contrario, también para encontrar grupos afines y personas maravillosas con las cuales relacionarte o colaborar, pero en el mundo actual donde quienes participamos de unas redes sociales hacinadas, nos vemos en la necesidad de gritar alto y más alto, entrar a modo silencio y ausencia me hace sentir que exploro todo un nuevo nicho. ¿Te pasa?

Otra cosa que me preocupa también es que nos definamos por biografías de 70 caracteres, madre de Gerard, capricornio, ciudadanx del mundo:

Pregúntale a una mujer quién es, y te dirá a quién ama, a quién sirve y lo que hace. Soy madre, soy esposa, hermana, amiga, mujer de carrera. (…) Si una mujer se define como esposa, ¿qué pasa cuando su pareja se va?, si una mujer se define como una mujer de carrera, ¿qué pasa cuando la compañía quiebra? Quienes somos se nos arrebata perpetuamente, entonces vivimos con miedo en vez de en paz. (…) Construimos castillos de arena y tratamos de vivir dentro de ellos, temiéndonos que la marea suba. Responder a la pregunta ¿a quién amo? No es suficiente. Para vivir una vida propia, una mujer debe también contestar: ¿Qué amo? ¿Qué me hace cobrar vida? ¿Qué es la belleza para mí y cuándo me tomaré el tiempo para llenarme de ella? ¿Quién es el alma debajo de todos estos roles? Cada mujer debe contestar estas preguntas, antes de que venga la marea. Los castillos de arena son hermosos, pero no podemos vivir en ellos. Debemos recordar, soy la constructora, no el castillo.

~Glennon Doyle, Untamed

No quisiera desvelar nada más acerca de esta lectura puesto que estoy preparando algo en formato vídeo sobre ella.

Pero mientras, ¿qué es la belleza para ti y cuándo te tomarás el tiempo para empaparte de ella? no tengas dudas, necesitamos de ese tiempo que desperdiciamos como si sobrara, necesitamos de él como si fueras persona y no marca, pretendiendo que tus ojos son los únicos testigos por aquello de que, al final, son los únicos testigos que importan.

Prosa Ojerosa

Lo mejor de la semana

Medio en serio, medio en broma, mi padre bautizó así al día de la semana en que, como familia, comíamos las sobras del resto de los días.

Como toda persona joven que yo era, (y soy, depende de con qué vara se mida), este día, que por lo general eran los viernes, era un castigo, ¡injusticia! Llegar del colegio y comer recalentado era, muy poco excitante y totalmente subestimado por mi parte.

Entonces llega la edad en que algo sabes de precios, del esfuerzo de poner un plato medianamente nutritivo y sabroso sobre la mesa. ¡Ah! Y la inflación; eso era como una enfermedad para economías de segunda, ¿no? <- Sarcasmo

Así empiezas a entender el significado de ‘lo mejor de la semana’ como algo mucho más serio que una broma porque cualquier día en que tengamos suficiente para llenar el plato y después la barriga, es un día, de lo mejor.

Honestamente creo que nos damos poco crédito por este logro. Nos debemos a nosotrxs mismxs el orgullo por ser capaces de proveernos alimento mucho más seguido y ser felices por ello. Por el simple , no tan simple, hecho de tener los medios.

Sin labrar, ni cazar o pescar, pero igual igualmente capapaces de transformación y sustento, para mucho más que subsistir, también para sentir placer. En este documental gastronómico basado en uno de los libros de Michael Pollan, se expone, a mí parecer, con exceso de belleza.

Pero bueno, dicho esto, en realidad todo lo que antecedió viene a ser una introducción a cómo me he convertido día a día, minuto a minuto, en mi madre:

  • Amo la avena de maneras insospechadas, y una de las razones es por su relación calidad / precio
  • Soy bastante laxa con la fecha de caducidad de los productos
  • Busco formas de reparar y cada vez tengo/compro menos ropa
  • Reutilizo servilletas de dudoso uso que se quedan desperdigadas después de la comida, para limpiar la encimera de la cocina
  • Pasé de ser doña accesorios a usar la misma mochila

Otros niveles no alcanzados (todavía) comprenden:

  • Racionar el “fairy” en un cuenco con agua
  • Guardar tres guisantes en un tupper “para luego” ¡y que se cumpla!
  • Decir «cómetelo todo que aquí no hay ni perro, ni burro, ni gato que se coma eso»
  • Oler con esmero la comida guardada y decir “esto está perfectamente y si no, me lo como yo”
  • Entrar en proyectos de gran envergadura sin miedo y sin YouTube: reparación de WC, impermeabilización de techos, costura y confección, por nombrar solo algunos.

¿Y por qué te hablo de mi madre? Porque es por ella por quien más temo en estos días de virus rampantes y ¿cómo ignorar que me ha enseñado tanto sobre el valor de las cosas? Que me equipó de un millar de lecciones cuando no me interesaba escucharlas, pero aun así continuó, insistente, porque fui uno de esos proyectos en los que se embarcó sin miedo o con él encima, y no se rindió, aunque no tenía certezas de cómo terminaría.

Esta es mi verdad sobre las que llamamos “personas de riesgo” a la ligera, que el mundo a veces es un lugar terrorífico, pero sin ellxs, lo es más.

Para terminar, hablaré de nuevo sobre “El coste de vivir” de Deborah Levy (si no he sido suficientemente pesada ya para que la leas), debido a que siento profunda admiración por la manera en que entrelazó su primer año de divorciada con la historia femenina, y su propia relación con su madre. Sinceramente, dudo que haya un libro mejor para cerrar este texto.

“I had energy because I had no choice but to have energy. I had to write to support my children and I had to do all the heavy lifting. Freedom is never free. Anyone who has struggled to be free knows how much it costs.”

«Tenía energía porque no tenía más remedio que tener energía. Tuve que escribir para apoyar a mis hijxs y tuve que hacer todo el trabajo pesado. La libertad nunca es gratis. Cualquiera que haya luchado por ser libre sabe cuánto cuesta.»

Por último, ahora sí, una cita de Marcel Proust contenida en el mismo libro:

“Las ideas son sucedáneos de los dolores; desde el momento que estos se transforman en ideas pierden una parte de su acción nociva sobre nuestro corazón”.

Marcel Proust

Supongo que eso hago, exorcizar dolores.

¿Cómo lo estás haciendo tú?

Prosa Ojerosa

PD: Maneras de exorcizar dolores pasados, presentes o futuros, aqui: (te leo)

No estás sola

Ahora que ya la sincronicidad de la música no es casi nunca compartida, ahora que cuesta mucho más el coincidir en lo que sea que estemos haciendo, justo estoy pensando en ti.

También es ahora, cuando nos hemos apoderado del audio y pudiera, en la mesa de mi casa, crear un programa y entrevistar a alguien que no me conoce de nada.

Ya no te puedes despertar alteradx por la voz de la radio que te indica que el tiempo se ha saltado unos años como en “Regreso al futuro”, porque en la actualidad nos levantamos mediante alarmas de sonidos de la naturaleza o de luz gradual.

Tampoco te puedo dedicar una canción como lo hizo Ross con Rachel en su primera pelea, ¿te habías percatado de que estamos llegando al final de ese gesto romántico?

Dicho sea de paso, una aprendiz de bruja de 13 años, ya no le pediría a su padre como único recuerdo antes de marcharse, que le regalase su radio portátil, porque está claro, no es el último iphone X plus pro advanced.

Las películas de Miyazaki en Netflix

Las casualidades se vuelven más escasas.

Desde que la radio no representa lo que representaba, y los podcasts tomaron el mundo, es más difícil que estemos escuchando la misma canción en este exacto momento, sin embargo, no estás solx, nos une este espacio. Me resulta entre curioso y exquisito, que, aunque algunxs den por muertos a los blogs, una de mis letras te haya hecho brincar a la otra, como cruzando un lago paso a paso a través de piedras que se tambalean y ahora, nos encontremos aquí enredadxs al final de esta línea. Quizá con los calcetines algo mojados, pero a salvo.

Estás a salvo.

Si has podido observar algo de mí, a lo mejor ya te has dado cuenta de que a veces me entra la melancolía por las cosas a la vieja usanza, por el movimiento que ahora resulta tan casero, de una cámara sin trípode al inicio de una película de 1938.

O, por el recuerdo de la tecla «REc » que, siempre me va a traer a la memoria, cuando teniendo pocos años, mi primo y yo, nos apurábamos a grabar en cassette si daban Bohemian Rhapsody y hacíamos servir cualquier objeto de micrófono, para darle fuerte a los coros.

Y es por eso que rescato de la nostalgia, una novela tal vez mediocre, tal vez hermosa, que transcurre en la riviera italiana, con guiños al viejo Hollywood. Yo lo escogí en un aeropuerto por la portada, en eso, no te miento:

“Las palabras y las emociones son simples monedas. Si las inflamos, pierden valor, como el dinero. Comienzan a no significar nada. Usa “bello” para describir un bocadillo y la palabra no significa nada. Desde la guerra, no hay más espacio para el lenguaje pomposo. Las palabras y los sentimientos son pequeños ahora- claros y precisos. Humildes, como los sueños”

Jess Walter – Beautiful Ruins

Del mismo modo, puede que por esta rapidez con la que solemos hacer ‘click’ en pantallas, y asumir y asumir información, haya tenido un impulso de comprar el primer libro escrito por un monje que me he leído en mi vida. “El arte de vivir con sencillez”, que me hizo pensar en algo de una forma en la que nunca lo había hecho antes:

“La felicidad que surge de tomarnos nuestro tiempo: imagina que vas al bosque a buscar leña. Con la leña enciendes una hoguera y pones a hervir el agua. Mientras vas moliendo los granos de café, levantas los ojos al cielo y dices: ¡Qué día tan hermoso! (…)

La vida requiere tiempo y esfuerzo. Por decirlo de otro modo, si eliminamos el tiempo y el esfuerzo, eliminaremos los placeres de la vida.”

Shunmyo Masuno

Pero, ¿qué me dices de aquello de disfrutar con el paladar y la lengua?

“Todos nuestros alimentos pasan por las manos de un centenar de personas antes de llegar a nosotros. (…) ¿Por qué nos agradan tanto las cosas deliciosas? Porque la vida que hay en nosotros saborea lo que ha sido cultivado por la vida que hay en otro.”

Shunmyo Masuno

En conjunto, me lleva a la idea de oír e indiscutiblemente a amar el cuerpo que nos permite dicho disfrute, y la buena noticia es que Cara Cifelli tiene un podcast para cubrir esa necesidad: “Love your bod pod” (en inglés). Pero si el inglés no se te da, no hay razón para la angustia, aquí te dejo esta otra entrada con dos podcasts para ambientar y una última, sobre la mal llamada «resignación» de abandonar la cultura de la dieta, con un podcast más que nunca fallo en escuchar.

Antes de irme, mientras pasan esos minutos que ya no te hacen falta para sintonizar la emisora que nos ubicaría en la misma frecuencia, ese tiempo que se resume en un ‘tap here’ y en un deslizar hacia arriba, exclamo como Julio Verne lo hizo en 20.000 leguas de viaje submarino:

¡Solo pido vivir cien años más para acordarme de ti por más tiempo!

No estás solx, con un poco de suerte, estamos en la misma página pero tardaremos en descubrirlo, la guardarás en un compartimiento interior hasta que una de sus líneas te haya cambiado lo suficiente y en un asentir, en un mismo movimiento, advirtamos, que tu conflicto no es tan único y que en verdad, siempre he estado aquí.

Prosa Ojerosa

PD: ¿Me recomendarías un podcast para la audio-melancolía?

X