Cuando todo ya está dicho y hecho

No crecí físicamente cerca de mi familia materna. Mi abuela por parte de madre, vivía en la capital y nosotros íbamos una o dos veces al año.

Esos viajes a Caracas a lo largo del tiempo, ya fueran en diciembre, vacaciones o Semana Santa, están todos mezclados entre sí en mi memoria, con muchas escenas en común; el móvil colgante de la entrada hecho de palitos de colores, que se movía impulsado por la puerta que la abuela abría con una sonrisa en la cara. La sonrisa era casi risa como si viniera de un sitio donde le acabaran de contar un chiste muy bueno y los palitos, los palitos chocaban haciendo sonidos agudos parecidos a la flauta, mientras el viento, afanado, traía de la cocina los olores de todo lo que ella había venido preparando.

El muñeco de madera —¿un pastor?— con el que mantenía conversaciones solo porque era de mi tamaño, era el mismo que, cada vez que regresaba, había dejado un poquito más atrás en estatura hasta que dejó de interesarme del todo y de notar su presencia. La figura del santo José Gregorio Hernández en la ducha del baño que no utilizaba, la cocina de azulejo amarillo —qué contradicción— y el suelo de granito gris, casi negro, que se sentía tan frío al tacto.

Pero sin duda, de las escenas que se repiten, hay una que destaca. Es mi tía Myrzan, una de las tías menores y mi única madrina, que casi desde que aprendí a hablar con algún sentido, se dio a la tarea de abrir una conversación conmigo de la siguiente manera: “Adriana, ¿y que te casas?, me dijeron que te casas” para grabar en cassette mis respuestas, o escribirlas en un cuaderno.

Aquí lo dejo para lxs que tengan sobrinxs, nietxs o hijxs con quienes puedan aplicarlo. 

No tengo conmigo este material tan valioso, que ahora moriría por leer/escuchar, pero según me cuenta ella, en alguna ocasión, bien pequeñita, hablé de que la boda ya no iba porque mi prometido me había dejado por calva y se había buscado una nueva novia con un pelo mejor. Ante todo el drama.

Y a lo que voy, ¿quién se da el lujo de escribir por gusto? ¿Quién se pudiera permitir imaginar porque sí?

“La imaginación puede transfigurar la materia oscura de la vida. Y en muchos ensayos personales y autobiografía es eso lo que empiezo a echar de menos, a ansiar: la transfiguración. No me basta con reconocer nuestras penas compartidas y familiares. Quiero reconocer algo que nunca he visto.”

Ursula K. LeGuin ~ “Contar es escuchar”

Pero la verdad es que no es fácil escribir sobre nada, lo he pensado muchas veces y lo leí aquí mucho más bonito:

“No es tan fácil escribir sobre nada. Palabras tomadas de una voz en off en un sueño más absorbente que la vida”

Patti Smith ~ “M Train”

Estoy de acuerdo. ¿Qué pasa cuando lo que escribes no lo está buscando nadie en Google? Cuando no se trata de una solución, una receta, una fórmula, cinco tips o un croquis. Me digo: debes seguir igualmente.

En el mundo de hoy, ya nadie escribe para nada, parece que todxs lo hacemos para ser encontradxs y debemos dar respuesta a frases objetivo que en verdad son preguntas de incógnito, desprovistas de los signos de interrogación.

Poco a poco, siento que ya no existen las estaciones si no es para que podamos vender en torno a ellas. Y me causa una pequeña tristeza que ya nadie puede sentirse original o especial al estar rodeadxs de vitrinas de talentos ajenos. 

Perdóname, a veces actúo como una coleccionista de sensaciones y sentimientos vintage a tal grado que, me los imagino en una estantería dentro de bolas de cristal con nieve falsa, de las que se tenían que agitar. Allí las veo, la primera dice “soy especial”, la otra “mi talento es único”, y por último “mi idea es revolucionadora”. De cada una solo queda un ejemplar.

Lo que asumo yo que incitó a Walt Disney a hacer bosquejos, a Beatrix Potter a dibujar el mundo fungi, animal, y escribir cuentos, lo que provocó que Sara Blakely creara un producto nuevo desde cero mientras vendía máquinas de fax, eso, ya no está más.

O, hay que luchar el doble por preservarlo, desconfiar de los espejos desfigurados y aun sabiéndote unx más, un poco más ordinarix de lo que hubieses deseado, perseverar, continuar creyendo y aprendiendo, por la relevancia única de tu mismísima vida irrepetible.

Y porque tal vez, aunque seas la nieta y sobrina número 18, todavía haya quien quiera escuchar de ti con quién te casarías si tuvieras 5 años, pero sobre todo saber qué estás imaginando, como si tal cosa importara.

Vivan tú y tu capacidad para inspirarnos. 

Prosa Ojerosa

2 respuestas a «Cuando todo ya está dicho y hecho»

    1. Muchas gracias, Jenny.
      Gracias por romper el hielo de esta sección de comentarios con una palabra tan grandiosa y tan bonita. Me la llevo contenta.
      Un beso.

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