Me ducho por la mañana y al salir, en algún momento entre las 6 y las 7, frente al espejo empañado y mi cuerpo goteando, abro el cajón desastre de mis cosas de uso diario mezcladas entre bolsos pequeños de viajero sin desempacar y algunos pelos de cepillos mal ubicados, maldigo mentalmente el cajón que me recuerda que no soy la persona ordenada que quisiera ser.
De él extraigo un bote de crema para la cara, la que le sienta bien a la piel después del vapor a la que la someto, y de la que no me hacía falta cuando tenía 16 por el colágeno y la grasa natural, las hormonas, la lozanía y todas las sustancias que te vienen advirtiendo se agotarán.
Ya adivinarás lo que pone en la etiqueta porque lo escribí en el título e instantáneamente pienso, ¿es realmente algo tan malo digno del prefijo ‘anti’?
Oponernos a lo que sabemos que es nuestra trayectoria vital, cuidar nuestra alimentación para llegar a la edad, pero sin aparentar tenerla, ser saludables para vivir una larga vida en la que no podemos ser viejxs.
¿Qué afán es ese cuando amamos a tantos viejxs?, cuando las mujeres y hombres mayores de nuestra vida son los protagonistas de nuestros mejores recuerdos o con suerte, nos regalan algunos de los mejores momentos del presente, cuando de manos arrugadas y manchadas puede que hayamos recibido un cariño que no pudimos encontrar en nadie más, cuando envejecer es cada vez conocerse mejor, como en el caso de Grace:
“I hate poetry, I rather read my divorce papers”
«Odio la poesía, prefiero leer mis papeles de divorcio»
Grace, de la serie Grace & Frankie
Si tienes una cuenta de Netflix y no lo has hecho ya, dale una oportunidad a esta serie. Ellas me hacen querer que la ficción sea real.

Y el mencionar del peso, me trae al Día Internacional de la lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria, que fue el sábado pasado y que, sin más, me transporta a otro día en específico.
El día que aceptamos la obesidad como un fracaso, el de sabernos cuidar.
El día que dijiste que el que está gordo es porque quiere.
El día que concedimos la venia para que nos evalúen “la salud” de un vistazo. Ese día, creo, se ha alargado demasiado. Táchalo, no ocurrió en un día.
Seguimos llevando con orgullo la camiseta de “soy la foto del ‘Antes’, espera y verás”, y sin pensar, estamos sirviendo de ejemplo, nos atormentamos entre todxs para entrar en PANTALONES de hace unos años porque de alguna manera, hemos llegado al punto en que no está bien fluir y ser diferentes a la versión de nuestra juventud. Porque estamos convencidxs de que esta nueva versión física no puede ser. Pero la mental, ¿sí?
Existe por allí, una edición de “El Viejo y el Mar” de Ernest Hemingway, ilustrada por Salvador Dalí y aunque, este no es precisamente un libro que recomendaría, se lee en un soplo y sí que me encantó la manera en la que habla de la antigüedad y ‘el hacer de siempre’ como algo respetable. Aunque otros opinen distinto:

(inserta risas enlatadas)
1Q84 – Haruki Murakami sobre el encuentro entre Tengo y Aomame
“También sabía que le tomaría tiempo aclimatarse a este nuevo mundo que había venido sobre él. Toda su forma de pensar, su forma de ver las cosas, la forma en que respiraba, la forma en que movía su cuerpo: necesitaría adaptarse y repensar cada elemento de la vida. Y para hacer eso, necesitaba reunir todo el tiempo que existía en este mundo. No, tal vez el mundo entero no sería suficiente. … “Tengo abrió los ojos. El tiempo comenzó a fluir nuevamente en el mundo.”
Sin pensarlo dos veces, 1Q84 es el libro más largo que he leído, 1320 páginas de Murakami es mucho Murakami, pero a veces la atemporalidad es lo que estás necesitando. Tal vez, el encuentro de dos personas que no son de una edad y que no coinciden en el tiempo, es un alivio.
En esta trilogía, donde según los fanáticos del autor, los personajes se pasan el 12,5% del tiempo cocinando arroz, también busco exclamar en alto que el concepto del arroz pasado no existe para las personas, que el arroz es un alimento y que hay a quienes nos gusta algo apelmazado.
PROSA OJEROSA
PD: Muchxs que conozco, incluida yo, hemos hecho cosas en nuestra vida para estar ‘a tiempo’, para no llegar tarde a una convención, a un estándar. Puede ser cualquiera de éstas o varias: Estudiar algo que no era, buscarse un novio cualquiera, quedarse con el novio cualquiera, tener una relación seria como sea, prometerse, casarse, tener el primer hijo, el segundo hijo, ‘recuperar’ el cuerpo post-parto y así en una hilera hasta un gran etcétera. Sabiendo que, estás intentando llegar a una fecha acordada con nadie, a una cita con el destino que no buscabas, te regalo este post-data como la excusa para dar plantón al compromiso adquirido.
Algo me dice que no hay ‘estabilidad’ ninguna donde no encuentras satisfacción, en cambio, si es ella la que nos guía, y un día nos encontramos muy viejxs para cuando llegue el momento, nos podremos reunir en un futuro a la sombra, al cobijo de todos esos otros motivos por los que sí hemos vivido. No sé si me llego a explicar del todo, pero ese pensamiento me alienta.
¿Compartes un pensamiento alentador conmigo?
Yo siempre soy de preocuparme de no estar a tiempo para cualquier cosa. Pero siento que en le fondo es porque realmente quizá no lo quiero, aunque alguna vocecita me diga que sí y entro en trance 🤷🏽♀️
¡Ay, la voz! Esa que ni lava ni deja lavar. No tengas duda de que podremos salir del ‘análisis parálisis’ si nos lo proponemos. Un beso grande, Fio.