El largo plazo y la brujería

El largo plazo y la brujería

Si se trataba de un viaje corto yo no deshacía la maleta. Apenas sacaba los zapatos y el neceser, esa es la verdad, me quedaba rebuscando en el bolso mientras durase la estadía: tales calcetines con cuales pantalones -¿y el cinturón?- escudriñando, desordenando, como regodeándome en lo fugaz.

No fue hasta que empecé a viajar con mi pareja que pensé en la otra posibilidad, viendo lo que para él era lo más natural; desempacar apenas entras a la habitación, colgar camisas, llenar los cajones y si te mueves suficientemente rápido, acaparar tú primero la mayoría de las perchas.

Pero creo que no acostumbro a moverme demasiado rápido y menos cuando algo parece pasajero, lo cual es irónico siendo ese el nombre que se nos da al abordar un avión, no nos engañemos, todxs sabemos a lo que vamos.

En retrospectiva, reflexiono sobre este punto y concluyo que el largo plazo siempre me ha reconfortado, lo cual no sé si es bueno o es malo. 

El largo plazo me reconforta para: 

  • Llegar a la vejez con licencia para ser, a la velocidad deseada, con las tetas caídas y menos pelos en la lengua.
  • Tener una amiga cuyxs hijxs se sientan como lxs tuyxs propixs de tanto verlxs crecer.
  • No perderme de las nuevas formas de ser mujer que me enseñarán mis sobrinas, al ir creando sus propias vidas.
  • Hacer hogar con la suma de todo lo que me provea el corto plazo.

Esas, solo por nombrar algunas, y aquí se viene la confesión: durante esta pandemia sin duración definida, lo he vuelto a hacer, no he deshecho la maleta. Miro con asombro a quienes se han mudado, han encontrado nuevos trabajos, creado nuevos proyectos, han tomado grandes decisiones y tengo que despertar repentinamente a la idea de que, es de todas formas perecedero, sea largo o corto el plazo, es limitado.

Nadie tendría que recordar a la madre pájaro de la importancia del traslado de todas las ramas en preparación para el nido, por temporal que sea su función. Sin embargo, si como yo, necesitabas una señal, la falsa certeza de una cantidad determinada de días para actuar, aquí estoy, para acompañarte y darte todo el permiso de ubicar tu ropa interior en una habitación quizá extraña, pero que es tan efímera como cualquier otra.

No basta con soportar la tristeza y el sufrimiento, tienes que amarlos, y respetar tus preguntas, tus dudas, esas que aparecen en la plenitud de la vida, cuando los deseos crecen y se esfuman. 

Catherine Meurisse ~ La levedad

“La levedad” es el testimonio gráfico de cómo Catherine Meurisse lidió con la pérdida tras la tragedia de Charlie Hebdo en 2015, el cual leí por primera vez la semana pasada y también hizo que pensara en lo relevante que es al menos intentar la transmutación, en este caso, de algo doloroso en algo bello y seguir insistiendo.

Así como me lo recuerda Ita, con su alquimia en la cocina y la transformación de la que es capaz con la luz del día, como la madre pájaro que mencioné antes, ella parece seguir creando imperturbable, (estate muy atentx a lo que trae). Me inspiran también, estos vídeos que ven millones de personas por la misma razón, o tal vez por otras diferentes, pero para mí, porque son evidencia de lo que somos capaces. 

Y finalmente, como estas señoras mexicanas (T.2 Ep. 2) preparando platos casi en el centro de la tierra, a punta de tradición, nos indican que a fuego lento, nada se quema.

Prosa Ojerosa

2 Comments
  • felipe
    Posted at 22:43h, 22 octubre Responder

    los «paras» del largo plazo!… todos… los comparto aun cuando no los hubiese podido describir mejor….

    Pienso que es cierto y bonito todo lo que dices luego, pero contradictorio (como es natural, qué seria de nosotros sin la contradicción?)… y ahí, el intríngulis de todo….jajaja…

    • prosaojerosa
      Posted at 16:29h, 23 octubre Responder

      ¡¡¡ Gracias !!! Sí, no me fue fácil escribirlo porque tengo sentimientos encontrados y es evidente… ¡me cachaste! 😛

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