No es secreto para ninguna mujer que deseamos con frecuencia el pelo que no tenemos. Es decir, el pelo, esa fuente de orgullo o vergüenza que llevamos colgando de la cabeza. Ese otro item más que corresponde a la lista de cosas que deben ser de una determinada manera y no de otra.
Entonces, yo, con el pelo liso desde más o menos los 12 años, después de que se temiera fuera para toda mi vida una masa incontrolable (refiérase al anexo 1.a), causa de continua desdicha, o lo que es lo mismo esfuerzos (porque una ha de esforzarse ¿cierto?) para evitar la fealdad, fui en cambio “bendecida” con la suerte del pelo liso hasta la fecha.

Porque en efecto, estoy diciendo en un tono sarcástico que, la razón de nuestra desdicha muchas veces es vanidosa y la vanidad, muy de un solo tipo.
Es el motivo por el cual, la primera y última vez que se me ocurrió hacerme un cambio “radical» en el color y la chica de siempre (porque con el pelo no se juega), se equivocara con el tono, llorase al salir, con mi marido al teléfono y le pidiera que me fuese a buscar en la estación de metro para que me hiciera sentir un poco mejor antes de ver a otras personas.
Entrecomillo la palabra radical, porque nunca he sido radical en cuanto al pelo y me pregunto por qué. Me importa si es demasiado corto, me importa si se ve de un tono poco natural, me importa.
Entrecomillo la palabra bendecida, porque ésta siempre va a depender de la raza de quien cuente la historia. En este caso, para una mujer latinoamericana, la última vez que me asomé, el tono de la piel (no demasiado moreno), el ancho de la nariz (perfilada), y la maleabilidad del pelo (al 100%), sin entrar en el tamaño de las tetas, es una historia con un final feliz.
Todo esto me lo recuerda la peluquería brasileña detrás de la parada de autobús que reza: «especialistas en alisado brasileño a base de keratina». Para ti, que estás poniendo cara de “esta palabra es nueva”, es probablemente porque eres demasiado blanca, o demasiado “bendecida”.
Pero el caso es que, viendo el documental de Chris Rock “Good hair”, me he dado cuenta de que, aunque la raza lo impida, los genes se interpongan, y la posición económica también, haremos lo que sea para llegar al nivel del constructo social, porque es un instinto natural de supervivencia el encajar. De allí, mi súplica, hagamos que encajar sea acorde con lo que ya somos.
Es que ¿nadie? quiere este pelo.
Nadie, aunque sea nuestro, parte de nuestra identidad, nos negamos y nos hacemos daño con sustancias como el azufre, en la keratina o el hidróxido de sodio, en el caso del «relaxer», pero, además lo inculcamos. Si es que piensas que no, explícame la razón por la cual al ver estas fotos, (anexo 1.b), lo primero en lo que pensé fue en la pinza de ropa que decía mi abuela que tenía que ponerse en la nariz para que fuera sí o sí, fina.

O, para mayor cantidad de pruebas, mira el minuto 8:32 del vídeo que te dejo en la postadata.
¿Puede ser realmente que todo tenga que ver con convertirnos en lo que no somos todavía y en perseguir ideales inalcanzables a nivel físico? Puede ser, y me temo que aún me encuentro a quienes tengo que darles la primicia ya que siguen convencidxs que, por estar geográficamente ubicadxs en Europa, no se les da el racismo, como quien recibe una vacuna continental.
Quiero pensar que todo es tan simple y tan difícil como amar tu raza, la humana, la piel que es tuya, las características propias de ti, tanto como indica esta cita de Nina Simone: «To Me We Are The Most Beautiful Creatures In The Whole World, Black People. And I Mean That In Every Sense.»
Para mí somos las criaturas más bellas en el mundo entero, las personas negras, y me refiero, en todos los sentidos.
Nina Simone
Pero en verdad, lo único que quiero visualizar es que no necesitemos de un gran despertar espiritual de masas para llegar a la conclusión de que, no requerimos del alisado brasileño para estar bien arregladas, y de plano, no es nuestro deber estarlo. En cambio, la keratina como remedio antiracista es lo que nos está haciendo falta, y preguntarnos «¿Quién soy yo fuera de lo que la «blanquitud» me ha asignado? Es una pregunta que puede que nos libere»
Para finalizar, una utopía más que solo podemos hacer realidad, nosotras:
A comienzos de la primavera, un día como otro -no era un día dorado por una luz especial, ni había ocurrido nada trascendental, y quizá solo fuera que el tiempo, como a menudo ocurre, había transfigurado sus dudas-, se miró en el espejo, se hundió los dedos en el pelo, denso, esponjoso y magnífico, y no pudo imaginarlo de otra forma. Se enamoró de su pelo, así de sencillo.
Chimamanda Ngozi Adichie – «Americanah»
Prosa Ojerosa
PD: Si tienes el tiempo, no dejes de ver este documental, entero. Me ha hecho reflexionar muchísimo en lo que consideramos bello, y aunque no soy parte, evidentemente, de la cultura afro-americana no he podido evitar hacer paralelismos con toda la economía legal y sumergida que apoyamos las mujeres latinas fuera y dentro de nuestras fronteras para el secado de pelo en casa y como en ciertos casos es, inaceptable, presentarse sin este estilo en según qué evento social.
Estoy de acuerdo con tu propuesta reflexionar sobre lo que creemos bello. Pero el espejo y yo nos peleamos con frecuencia. Reconozco que soy bastante esclava de la plancha de pelo, esclava de mi misma – porque la plancha no me pega ni me obliga. Cuando tengo el pelo ‘al natural’ me siento sumamente desordenada. Y he gastado en alguna oportunidad unos $ en keratina, alisado japonés y otras fantasías. Hay demasiados matices en tratar de ser bellxs como todxs, bellxs como aquellxs o bellxs como antes. Sin intención de juzgar (pero juzgando), no le echemos químicos en la cabeza a los nińxs de 5 o 10 años, tampoco les pongamos tetas a los 15. Al menos por protección al menor. Nada mas desordenado que este comentario.
Bella, perdón que tardara tanto en contestar, no me había dado cuenta de estos comentarios cuando publiqué.
Siempre recordaré la vez que te recomendé peluquera e Irina y llegaste a la casa, para mí, muy bonita… pero creo que querías meter la cabeza en un cubo de agua.
Creo que todxs nos peleamos con el espejo, yo quisiera que fuera menos veces.
Un besito grande
Una de las ventajas de cumplir años y hacerse mayor es que (generalmente) adquieres una seguridad en ti misma que antes no tenías. Cuando me preguntan ¿tú volverías a los 20 años? ¡Noooo, por Dios! ¡Qué horror! Siempre oí aquello de “no hay mujer fea sino mal arreglada”pues yo debía de estar muy, muy mal arreglada porque entre mis “amigos y amigas”se notaba perfectamente las que tenían éxito y las que no, y yo era de las segundas. Por eso, querida “prosa ojerosa”mientras no demos valor a otros aspectos que no son los físicos todas, o casi todas, pasaremos por alisamientos de pelo y demás torturas en algún momento de nuestras vidas.
Me encantan tus artículos.
Un saludo muy cariñoso 🥰
Querida Mari Trini,
Perdona el retraso de mi respuesta, generalmente recibo una notificación de comentarios y esta vez no fue así, o no me dí cuenta. Coincido contigo, sin duda una vez somos mucho más seguras de lo que nos define más allá de las características físicas, y esa seguridad se asienta, creo que todo se hace más fácil.
Muchas gracias por mostrar tu cariño a través de ese comentario, es mutuo.