Hablaba con otra librana, sí, del signo libra.
(Media audiencia cierra la publicación)
No, espera, no te vayas. No voy a hablar de astrología porque sé más bien nada. Decía que hablaba con ella, con quien comparto mes de cumpleaños, y comentábamos lo curioso que es que, no podíamos recordar alguna otra “librana” que nos cayera del todo mal.
Entonces, sin que fuera ese el plan, comencé a hacer autocrítica afirmando que en el fondo quizá lo que sucede es que somos un poco “queda bien” y digo un poco, por no generalizar. Me explico, en la dichosa búsqueda de la balanza tendemos a posicionarnos tan “equilibradamente” que, terminamos expresando una no-opinión y sí, claro, puede ser que, quedándonos con la simpatía de todos los participantes de la conversación, pero también con el riesgo de pasar más desapercibidas o sin querer, cediendo donde no hemos pretendido hacerlo.
Pues resulta que, he leído esta semana que no estamos del todo erradas en usar esta estrategia, puesto que según indican las evidencias:
“Los hechos no nos hacen cambiar de opinión, la amistad sí”.
Esto lo he tomado del artículo de James Clear “Por qué los hechos no cambian nuestra opinión” y solo voy a decir al margen de todo, lo más objetivamente posible, que estoy completamente obsesionada con su contenido y cada vez que le leo, siento que bebo sabiduría.
Y aunque todo ese artículo hace “click” y entiendo cerebralmente las razones por las cuales queremos encajar, ser parte de una «tribu», etc., no puedo evitar pensar que por ser como soy, y por otras que sean como yo, hay menos ídolos femeninas en esta vida.
(Onomatopeya de frenazo de llanta sobre el asfalto)
Amigxs, la palabra ídola no pertenece a la lengua formalmente, sigue siendo un sustantivo epiceno y por tanto, así nos quedamos. Con los ídolos, las víctimas, los búhos, las iguanas, el cónyuge, la persona, la musa y el genio.
A raíz de ésto, quería mencionar que tengo aquí a mi lado, un libro de bolsillo de 83 páginas que Belén Gopegui titula «Ella pisó la luna, ellas pisaron la luna», el cual en realidad está conformado por el texto de una conferencia. Dicho ‘librito’ que de pequeño solo tiene el tamaño porque la idea que encierra me parece enorme, necesaria y estremecedora, es la historia no escrita de todas las mujeres de nuestras vidas que debemos en cambio, indagar.
«Sabemos que hay quien piensa que las palabras no son importantes (…). Y el hecho es que la palabra hombre puede ser genérica y puede no serlo, mientras que hay expresiones que siempre lo son. Y que para decir humanidad se utiliza la expresión mankind, algo así como la especie del hombre. El hecho es, también, que aun cuando fueron hombres quienes pusieron los pies en la Luna, esos hombres forman parte de un tejido inextricable de seres, y sin el lenguaje que les enseñaron, y sin las personas que los alimentaron, abrazaron o hicieron cálculos en una mesa, no hubieran llegado a ninguna parte (…). Tal vez en la próxima placa seamos capaces de contárselo a las civilizaciones extraterrestres que acaso no existan.»
Belén Gopegui
Y continúa, ya casi hacia al final:
«Ninguna justificación hace falta, desde luego, para decir «mis madres» en lugar de «mis padres». Ninguna voluntad, tampoco de esconder a los padres, como antes no la había, de esconder a las madres. Se trata de que las palabras ayuden a ver lo que hay en lo que hay, cuando eso sigue siendo, todavía, menos visible. Quizá tras el conocimiento de esta y tantas otras vidas, podamos no solo usar a veces la expresión «mis madres», sino que hacerlo no resulte chocante, ni siquiera militante».
Belén Gopegui
Los adjetivos prohibidos
Es así como la ‘equilibrada’ persona que soy, y que visto para ir al trabajo todos los días, siempre se cuida de las palabras que utiliza, cómo las utiliza, intenta no ser confrontativa, pesada, ni tampoco parecer histérica ante ninguna situación, ¡que los ángeles te amparen de ser radical, o imparcial!. No.
Dudo que callándonos y siendo del todo sutiles o ecuánimes, logremos hacer mella. Si borro todo lo que he dicho en los párrafos de arriba para buscar aprobación, probablemente acabe recopilando mucho de esta pero a expensas de diluir el mensaje.
Te propongo un ejercicio: cada vez que te encuentres odiando a un personaje femenino de la realidad o ficción, pregúntate cuál de los anteriores adjetivos prohibidos la describe.
Por ejemplo, se dice del director de la película «El Diablo viste de Prada» y del famoso personaje de esa película, Miranda Priestly que, él no quería tomar el trabajo de rodar y trasladarla a la pantalla grande porque en muchos escenarios del libro se terminaba «castigando» o «humillando» al personaje cuando en verdad debemos agradecer la excelencia. Alguna vez te has preguntado:
«Why do the excellent people have to be nice?»
«¿Por qué la gente excelente tiene que ser agradable?» – David Frankel
Y la verdad es que,
«Nadie nos dijo nunca [a las mujeres] que tendríamos que estudiar nuestras vidas como si fueran historia natural o música»
Adrienne Rich
Mucho me temo en ese caso, que si continuamos de discreción en discreción, con disimulo y tan neutral juicio, es una afirmación que nosotras mismas estamos prolongando en el tiempo.
Mucho me temo que yo, que estuve a punto de no escribir nada de esto, por no querer parecer, insinuar, molestar, lo publico y tal vez un día no vaya contra «mi naturaleza» hacerlo. Todo por que esté flotando una pregunta en segundo plano que diga ¿quién soy yo para…? porque de eso se trata, de ser.
PROSA OJEROSA
PD: ¿Quiénes son tus personajes femeninos odiosos / rompedores favoritos? Se me ocurren así de entrada… Lady Macbeth, Cersei Lannister, «La novia» de Kill Bill.
😍 cada una más que la otra
Mi lectora de madrugada, ¡gracias!. Besos grandotes.
Entre que te lee otra librana, y que el libro de Belén Gopegui me lo leí anoche…
Tanta casualidad – a parte del contenido – me ha dejado maravillada con este artículo.
¡Feliz día Adriana!
¡Uaaau! estamos conectadas. Muchas gracias por dejarme estas palabras aquí, significan mucho, te lo digo de verdad. Feliz día, Cris.
Para responder a este y a tu anterior post, diré que desde hace un mes vengo aplastándome frente al televisor cada noche, así con manta y pijama, para ver «This Is Us»… Sin que esto signifique que la serie encierre tanta sabiduría como «The Gilmore Girls» (que nunca vi), sino apenas que me aporta ese tipo de entretenimiento indoloro y bastante irreflexivo al que te refieres y que yo asocio con la (tele)novela venezolana de las 9. Ahí, Lo de Mandy Moore y su personaje (Rebecca Pearson), se me hace infumable, pero no me encajan ninguno de los adjetivos que pones arriba… Quizás me cae mal por boba y su personaje por mal actuado (Llevo muy mal los personajes avejentados a base de maquillaje y esto también pasa aquí)… En cuanto a Cersei, decir creo que si la odiamos es porque ha hecho bien su trabajo. Su misión era esa. En cambio Sansa… prfff… que tía tan re-pendeja! Ese es un adjetivo/posible razón de odio que tendrías que incluir. La que se lleva la palma, a mi juicio, en lo de los personajes femeninos detestables de TV es, sin embargo , Carrie Bradshaw… Aquí sí, por todos los que mencionados pero sobre todo por superflua. A ella (o a Candace Bushnell) la culpo del lamentable episodio que fue encontrarme en un teatro a reventar de mujeres perfectamente profesionales y maduras, aullando y aplaudiendo como posesas cuando aquel hombre de ficción le mostró su nuevo zapatero Walk-in.
Los hay igual o más detestables de género masculino, claro… pero eso no me lo preguntaste… jajaja
¡jajaja! no tengo el gusto de conocer a Rebecca Pearson, como intuyo que tu frase sobre Gilmore Gilrs va con ironía, seguuuro que a mí Rebecca Pearson no me parecerá ni tan boba. ¡Quién sabe! a lo mejor me parecerá lo más 😀 porque tú eres muy exigente.
¿Ya viste Fleabag? quiero conocer tu opinión sobre ella.
Carrie Bradshaw es superflua, no creo que haya manera de debatir eso. Sin embargo, tiene ese efecto masivo parecido al que las Kardashian ejercen llamando a otras mujeres «wifey» donde les indica como en un ritual de iniciación que están «dentro». No sé si nada de esto tiene sentido, pero me has dado algo más sobre lo que escribir y te lo agradezco mucho. Un besito grande.
no, mi frase sobre las Gilmore Girls va con genuino desconocimiento…!
Fleabag, sí. Not my cup of tea. Claro que me reí y tal, pero me pareció tan improbable que todo esto la pase a una sola persona. Al cabo del 4 caps se me hizo como muy random. Una serie de eventos descabellados que le pasan a una única pobre chalada que cómo no, después de aquello, acaba siendo tremendamente cínica. No vi evolución en su personaje ni conecté… Me quedé loco con todos los premios que ha recibido…
Uff, imagínate, L@s Kardashian… «marine-fabric»!
Menos de dos frases y ya me tenías enganchadísima a tu texto. Quizás porque soy una libra más… y/o quizás porque escribes «que da gusto» y leer se torna fluido y gustoso.
No sé, me acabo de encontrar tu blog y acabo de caer en un enamoramiento platónico, que espero, vaya para largo.
¡Un abrazo enorme! ¡ Gracias !
Iby ¡qué emoción! vaya piropos me echas. Ya me contarás cómo me has encontrado porque es un misterio para mi todo el tema de «posicionamiento». Bienvenida siempre y otro abrazo del tamaño de una casa, para ti.
Gracias a un mail que recibí de la Escuela Periféricas, de feminismos alternativos. Actualmente estoy cursando un curso (maravilloso) de ecofeminismos con ellas, y de vez en cuando envían emails haciendo recomendaciones de libros, personas, páginas webs, otros cursos, etc. Con el último mail di contigo y ¡vaya descubrimiento!