Esta es la historia de María Elena:
María Elena la que trabaja en casa de mi madre, que a pesar de no verme en muchos años todavía pregunta por mí.
¿Cómo está tu hija? La menor -dice. Trabaja en muchas otras casas, sin embargo y a pesar del calor extenuante de Maracaibo, todavía guarda la buena disposición de hacerle conversación mientras están en la cocina.
María Elena es guajira. Nunca le comenté que su nombre me parece lindo, ni tampoco pensé en preguntarle quién lo eligió para ella, a lo mejor me perdí de una historia bonita como su nombre, como su pelo.
Mi madre y María Elena, pasan mucho tiempo solas, ahora que yo me he ido, y son sus hijas las nuevas dueñas de toda la ropa que dejé en el armario, la ropa que se me olvidó que tenía y que nunca más necesité. Las cosas que, durante un tiempo, imagino que le causaron dolor a mi madre y que le recordarían que no fui frecuentemente, a hacer inventario de ellas. Que la situación del país no acompañó, supongo que la mayoría de las veces lo entendió y otras tantas solo le daría rabia, y mucha, mucha pena.
El caso es que, ellxs tienen esas cosas, lxs 9 de ellxs. Lxs 9 hijxs de Maria Elena, lxs que tuvo en una casa en la que la mayoría del tiempo no hubo suelo, solo arena. Mi madre la ayudó para la compra de los materiales hará unos tres años, pero sigue sin nevera, usan bolsas de hielo cuando pueden hacerse con ellas, para refrigerar la comida.
Aun así, son nueve más María Elena, más el marido que la preña, que va y viene porque tiene un trabajo lejos. Del 9no se quedó embarazada cuando ya yo no estaba, así que sé por mi madre que se lo contó sin querer contárselo, quizá avergonzada, con ojos llenos de lágrimas, de las que se empozan y que no llegan a rodar por la cara. La miró con desesperanza, la miró con desesperación, esa última también la siento yo.
Si me preguntasen por qué el feminismo, uno de mis primeros pensamientos sería que lo necesitamos por todas las que todavía no saben que lo necesitamos. Por María Elena.
Verdad es que un país donde existe la pobreza extrema, toda justicia nos queda distante, obviamente lejos de la realidad, pero lamentablemente, también lejos de la imaginación. Creo importante igualmente, aunque el contexto desde donde me lees sea «más amable», recordar que no se trata solo de acceso a la educación. ¿Más bien de no normalizar la inequidad?
Alguna conversación familiar se me viene a la mente donde hasta la más “progre” de mis tías afirma sobre alguna chica que “ya metió la pata”, acompañándolo de un “se jodió” definitivo. Porque lo cierto es, que el quedarse embarazada siempre ha sido un error femenino, una responsabilidad absolutamente monopolizada por nosotras.
¿Estamos ya a punto de monopolizar industrias en vez, amasando poder? Si cuentas cuántas presidentas existen… wake me up when September ends.
Me topé hace nada con estos carteles en un callejón de Gràcia y pensé en buscarla por internet, a Patricia, y me encontré con su blog modesto y sus versos astringentes. Además el título del blog “Esta boca necia” ya me ganó.


Da mucho en lo que pensar, ¿no es así?
Voy finalizando ya con el libro que estuve leyendo en enero; se titula «Eres una caca» de Lula Gómez. Nunca he tenido un libro como éste, de letras dibujadas, de ilustraciones tan orgánicas, como si me estuvieran entregando un borrador de libro pero ya terminado y genial. Es uno que realmente pinta con humor el machismo eeeh ¿eso se puede hacer?. Brinda un montón de bibliografia para expandir tus conocimientos sobre autoras feministas. De allí tomo esta frase:
«Gran parte de la comunidad de antropólogas coincide en que la caza de grandes animales no era exclusiva de los hombres. Analizando restos óseos de homínidos de los dos sexos, los antropólogos Mary C. Stiner y Steven L. Kuhn han descubierto cicatrices que sugieren una misma actividad física de lucha y de caza»
Lula Gómez
Entonces, debemos reconocer que Gerda Lerner tenía razón cuando decía:
«La ignorancia de su propia historia ha sido una de las principales formas de mantener a las mujeres subordinadas»
Gerda Lerner
Ya me gustaría que dentro de nuestra historia de mujeres no hubiese existido la necesidad de casarnos, de moldearnos para «retenerlos», pero el caso es que en esta particular dinámica, no nos ha tocado ser el premio, sino ser las contendientes y todo ésto, sigue teniendo sus consecuencias en nosotras.
Si crees que estoy exagerando, te dejo esta (mala) foto de la exhibición temporal de fútbol americano y cultura pop, en la biblioteca nacional de Washington D.C.:

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«Chicas, ¡reténganlos! la guía sobre los hombres y el fútbol para la mujer inteligente» NY, 1936
¿Mujer inteligente? me suena redundante.
Prosa Ojerosa
PD: no lo sé todo sobre el feminismo, probablemente no lo aprenda todo nunca, no fui siempre simpatizante y estoy segura que no lo ejerzo como a todxs gustaría pero sí quisiera que fuéramos las mujeres en mayúscula que siempre hemos venido a ser sin candidatura a esposa, con rasgos indígenas o sin ellos, con gordura o sin ella, siendo lesbiana, hetero o gustándote solo el mango con sal. ¿Algo de lo que escribí te hizo click? No me dejes en la oscuridad y dímelo. También hay unos botones mágicos justo aquí debajo que te envían esta entrada a whatsapp, al e-mail, o a donde quiera que desees compartir con otrxs que les gustaría leer ésto. Me ayudarías mucho.
PD2: Está bien, otro más de Lula Gómez.
PD3: Similar a la historia de María Elena, te dejo aquí el texto sobre Noris, que escribí hace algunos meses. Ambas historias reales.
me encanta!
muchas gracias por estar aquí, preciosa <3