María Luisa y el «blue monday»

Es enero, hace frío y acabo de prender una vela con la esperanza de que me ayude a inspirarme y así poder escribir esta entrada de blog para la que cual tengo, a primeras, las ideas contadas.

Al traste ya. Dicen las reglas de SEO que la introducción, es decir, las primeras dos o tres líneas de una entrada, deben contener las palabras claves que la persona en cuestión buscará en Google para encontrarme. Está claro que no sé exactamente quién me busca, y eso, aquí y ahora, en nuestros tiempos, es delito. Dímelo tú, por favor, si es que lo sabes ¿para qué me buscarías?

Tampoco tendría que haber hecho referencia a ninguna época del año en aras de que el contenido se mantenga evergreen, siempre verde, pero estando tan cerca del Blue Monday, me voy a saltar esa recomendación también.

Este último término, según dicen, fue mencionado por primera vez y por tanto, se le adjudica a una empresa de viajes a inicios de los años 2000, que lo sustentaba en una tristeza implícita en el hecho de no poder viajar. Lo que desde 2020 conocemos como cada Monday.

Y para hacer la historia corta, pensando en la posibilidad de que 2021 fuera al menos durante sus primeros meses, un compendio de déjà vus, me he apertrechado (¿quién se atreve a conjugarlo rápido sin mirar?) contra la rutina para recordar que aunque los días se me parezcan entre sí, continúo respirando dentro de ellos.

Tal vez si nos atrevemos a mirar la monotonía a los ojos, esta no nos tiña más de sepia la existencia.

 

¿que cómo me apertreché, dices?

  • Desde que empezó el año, busco ratitos (y rayitos) de sol como el de arriba y cuando los hay, me obligo a salir de casa para sentirlos más directamente.
  • Todos los días antes de dormir, escribo unas líneas sobre ese día en particular y lo que más me gustó de él. Si no encuentro nada, pienso más fuerte.
  • Me obligo a terminar de trabajar a una hora decente, excepto hoy, para que supieras todo esto.
  • Volví a hacer algunas fotos, porque en el verbo ‘volver’ me reconozco, y si me parezco a mí, es más difícil sentirme extraña.

Pero no fue hasta que leí:

Luego comemos una lata de sardinas, naranjas con grandes sorbos de retsina, pan. Todos los días lo mismo y cada día una necesidad fresca de los mismos sabores.»

María Luisa Puga, «Inmóvil sol secreto»

…que me percaté de la pequeña posibilidad de amar lo esperable de cada día y de aliviar, si es posible, la sensación de estar haciendo marcas en la pared en dirección a un evento singular en el trimestre como quien cumple una condena el resto de los días; impostores, de poca monta.

 

Ella sigue:

Sé que uno se puede habituar a todo, de pronto creo que la repetición inyecta vida, lentamente, nada explosivo, a lo mejor podemos ser felices.»

A María Luisa Puga la acabo de descubrir, y según Erna Pfeiffer, ella le ponía especial ahínco a la descripción de los mínusculos, sutilísimos e imperceptibles cambios como un síntoma de vida, un indicio de que esta seguía, continuamente en movimiento.

Supongo que tiene razón María Luisa, y sobre todo estoy segura de que sabe de lo que habla, ahora no me viene la palabra, lo contrario a farsante, como yo a veces me siento, sino que predicaba con ejemplo: resulta que escribió su vida en 327 cuadernos, de 1972 a 2004, así que mucho llegó a saber de los beneficios de un ritual.

el cuaderno 183, foto tomada del archivo Nettie Lee Benson

Estos cuadernos fueron recuperados por su amiga la escritora Elena Poniatowska, quien escribió:

«María Luisa era alta, ponía su brazo sobre mis hombros y caminábamos juntas. Era mi pararrayos, mi paraguas, mi papá. Decíamos que cuando fuéramos viejitas pondríamos una mercería y que ella se sentaría en la caja (de esas de campanita, antiguas) y yo abriría los cajones con los botones y entregaría las agujetas, las presiones y los ganchos, el paspartú, el estrafor. (¡Qué chistosa palabra estrafor!) Cerraríamos la cortina a las siete y atravesaríamos la calle del brazo, con mucho cuidado y juntas nos daríamos el quién vive, juntas descubriríamos de qué tamaño son nuestras posibilidades de odio. Ahora, desde el 25 de diciembre de 2004, hace casi 11 años, lloro porque el mundo sin ella jamás volvió a ser igual y porque me encamino hacia mi propia muerte, ella no va a estar y todavía queda mucho por hacer y no sé si tendré la fuerza de hacerlo sin ella. Sin ella.»

Algunas sueñan con rutinas y otras tenemos rutinas para soñar.

Prosa Ojerosa

 

PD: Cabe la posibilidad de que, como yo, hayas quedado necesitadx de más María Luisa Puga, en ese caso, encuentra aquí su correspondencia con Isaac Levín, de regalo.

6 respuestas a «María Luisa y el «blue monday»»

  1. Creo que como mantra o placebo autosugestivo, en esta oportunidad tiene sentido pensar y por tanto, podemos intentar decirnos, que dentro de un año enteramente «Blue», puede que el dichoso «monday», en comparación y por corto, nos acabe pareciendo más turquesa, verdoso o incluso hasta amarillo. Quién sabe… no perdamos la esperanza. Aquí, en cualquier caso, nos has dejado un buen compendio de frases que ayudarán retenerla!

    Muy bonita entrada!

  2. Como siempre, me dejas sin palabras. ❤️
    Valoro el hecho de que un día no hayas terminado de trabajar a una hora decente para dejarnos estas palabras. -y de paso descubrirme a María Luisa-
    Yo sueño con mis rutinas, y cuando veo que son reales, me dan ganas de no despertar jamas. No quiero que esto se acabe.

    1. Gracias, Lau, qué emoción que la conocieras ahora. Ojalá tengas tiempo de leerla más adelante. Yo tengo pendiente sus novelas.
      Tú quizá me podrás decir qué significa darse «el quien vive» … jajaja me llamó mucho la atención en el texto de Elena.
      Que nunca se te acaben los planes y los sueños cumplidos en ellos.

  3. Qué importante es apreciar lo cotidiano para sentirnos bien. No siquiera digo «ser felices», no apunto tan alto, me conformo con un bienestar tranquilo y sonriente.
    Es un placer leer tus reflexiones, como siempre. Espero que el blue Monday nos pase desapercibido 😘

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